El Informe Anual de Nestlé para el 2011, recientemente publicado, presentado mediante la familiar carta al ‘Estimado Accionista’, procura comprometer a los lectores (quienes de todas maneras se saltarán la jerga técnica y enfilarán a las cifras concretas) al alertarlos a afrontar una ‘Nueva Realidad’. Sin embargo, para los trabajadores/as la Nueva Realidad parece más de lo mismo, con derechos amenazados a los efectos de generar dinero en efectivo para su distribución a los inversores.
La “Nueva Realidad”, según Nestlé, “se caracteriza por agitaciones políticas, incertidumbre económica, un crecimiento opaco en los mercados desarrollados, altos niveles de volatilidad en los productos básicos, en las monedas y en los mercados bursátiles … pero también por una expansión dinámica en los mercados emergentes, una creciente prosperidad, cambios cualitativos en la tecnología y la comunicación digital, nuevos mercados y nuevas formas de llegar al consumidor, como también ciertamente consumidores en números cada vez mayores”.
Examine las cifras más detenidamente, ajuste los tipos de cambio y el crecimiento dinámico se registra en un área principal: la distribución de dividendos. Nestlé recomienda a los “compañeros accionistas” que aumenten en 5,4% el dividendo, de CHF 1,85 a 1,95. Sin duda, los accionistas acogerán con beneplácito la propuesta en su reunión del mes de abril. Sigue los pasos del gran salto adelante del 2010, desde CHF 1,60 a 1,85. Sume a esto las centenas de miles de millones en recompra de acciones en los últimos años y es evidente que Nestlé está retornando dinero en efectivo más rápidamente que cualquier otra cosa que pueda hacer crecer.
Un redactor del ‘Financial Times’ señaló el 16 de febrero, en un artículo titulado astutamente ‘Nestlé: quitándole el envoltorio’, que “El dinero en efectivo de las operaciones del año pasado cayó un quinto, excluyendo el efecto de las cesiones. La insistencia de Nestlé en elevar su dividendo significa que ahora su retribución representa el 60 por ciento del flujo de caja efectivo, el doble del nivel de hace cuatro años [enfatizado por nosotros]”. Aquí está la locomotora del ‘crecimiento dinámico’. Buenos alimentos, buena vida, grandes dividendos.
La expansión de Nestlé siempre se ha caracterizado por su adaptación flexible a los entornos normativos y legales que frecuentemente son poco rigurosos para imponer el cumplimiento de las normas internacionales, incluyendo las normas internacionales del trabajo. El informe anual comunica a los lectores que Nestlé “reconoce” el Marco de la ONU sobre las Empresas y los Derechos Humanos. De hecho, no tiene otra alternativa – los Principios Rectores han sido incorporados a las Directivas de la OCDE para Empresas Multinacionales. “Nuestro programa referido a la debida diligencia de los derechos humanos abarca análisis de riesgos, evaluaciones de impacto, capacitación y supervisión. Es coordinado por nuestro Grupo de Trabajo sobre Derechos Humanos”.
Este misterioso Grupo de Trabajo se las ingenió para pasar por alto un sistema de producción láctea en Kabirwala, Pakistán, basado en la sórdida explotación de muchos cientos de trabajadores/as eventuales (la compañía los denomina “contratistas”) que se desempeñan bajo un sistema de ‘sin trabajo, sin paga’, ejecutando por años las mismas tareas que los empleados directos con una fracción del salario y los beneficios. El análisis de riesgos para los derechos humanos aparentemente no constató ningún riesgo cuando la compañía despidió cientos de estos trabajadores/as por ejercer sus derechos legítimos, ignoró y violó repetidamente las órdenes judiciales, así como sancionó las demandas judiciales de los trabajadores contra la compañía iniciando acusaciones policiales.
Durante años, se le negó a la afiliada de la UITA en la fábrica de Nescafé en Panjang, Indonesia, el derecho a negociar sus salarios. Finalmente el año pasado la compañía aceptó que la negociación colectiva incluía de hecho la negociación de los salarios. Cuando se interrumpieron las negociaciones y el sindicato hizo huelga, la gerencia despidió en forma arbitraria y vengativa a 53 miembros sindicales - ¡después que se había suscrito un acuerdo para terminar la huelga y los trabajadores/as habían regresado a sus puestos de trabajo!
El análisis de riesgos para los derechos humanos en Nestlé falló en detectar estos y otros abusos de hace muchos años y aparentemente se siente cómodo con las respuestas viciadas de la gerencia cuando se dan a conocer abusos a la compañía. A los trabajadores/as de Nestlé, la Nueva Realidad les parece igual a la vieja: exprimir dinero en efectivo significa exprimir los derechos.
¿Cuántos “riesgos” similares para los derechos humanos están al acecho en el sistema de Nestlé? No confíe en el Grupo de Trabajo sobre Derechos Humanos o en las ‘auditorías internas’ de Nestlé, para conseguir la respuesta. Los inversores deberían realizar un examen más minucioso.